sábado, 5 de marzo de 2022
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miércoles, 30 de julio de 2014
miércoles, 12 de febrero de 2014
jueves, 7 de noviembre de 2013
jueves, 10 de octubre de 2013
EL TOP DE LOS PERROS DE CAZA
El 'top' de los perros de caza
Los canes de razas
puras y mejores vientos mandan: grifón azul de Gascuña, gran azul de Gascuña,
sabueso italiano, bloodhound, pequeño gascon saintongeois y porcelana
NOTICIA DE GUILLERMO F. BUERGO diario el comercio
La relación de amistad y colaboración entre el
hombre y el perro viene de muy antiguo. De hace 12.000 años. Y curiosamente se
produjo al mismo tiempo en todos los lugares de la Tierra. El primer perro
domesticado por el hombre fue un lobo y la relación surgió en interés mutuo:
para matarse el hambre unos a otros. La amistad es por tanto antigua y
duradera. También es sincera porque en la miseria y en la opulencia siempre se
ha visto al hombre acompañado de un perro.
A la hora de cazar, el hombre y el lobo
actuaban de la misma forma. Tal vez, el hombre, que vivía en grupos
sedentarios, dejaba huesos y restos de comida para que se alimentaran aquellos
famélicos animales que vivían cerca de sus chozas. El lobo se percató pronto de
que el hombre disponía de herramientas superiores para hacerse con las piezas
-piedras, flechas y lazos- y comenzó a reconocer su superioridad venatoria. Lo
consideró como un jefe, empezó a seguirlo en la distancia, participó en
operaciones de caza y se acercó al poblado para obtener su parte en el botín. Y
así debió de comenzar una relación que continúa después de 12.000 años.
Para cazar, la colaboración entre el perro y
el cazador fue, es y será fundamental. En Asturias, hasta mediados del siglo
XX, se cazaba con cualquier cosa. Los perros más utilizados encajaban en los
encastes conocidos como sabueso español y grifón, en sentido muy amplio. Hasta
se realizaban preocupantes cruces que no afectaban de forma grave a las
cualidades olfativas, pero contribuían a desestabilizar ambos linajes. De
hecho, el sabueso español desapareció y la recuperación de la raza se realizó
con la definición de un estándar bastante diferente.
En la década de los ochenta del siglo XX, el
jabalí comenzó a colonizar el territorio, se convirtió en una plaga y su
presencia ya se detecta en playas, jardines y campos de golf. Los cazadores
contaban con más medios económicos y sintieron la necesidad de hacerse con
perros de razas puras y mejores vientos. Y los discípulos de San Huberto de la
comarca oriental asturiana fueron los más aventajados al probar con el grifón
azul de Gascuña, el sabueso italiano, el saintongeois, el porcelana y el
bloodhound. También comenzaron a criar una suerte de perro conocido con el
nombre de grifón astur-cántabro que, aunque no está estandarizado ni
homogeneizado, ofrece excelentes resultados venatorios.
El más contrastado
El can más contrastado en la actualidad es el
grifón azul de Gascuña. Su introductor en Asturias de forma masiva fue el joven
llanisco Manolín García Granda, quien, en 2005, realizó cuatro viajes a
Francia, a la localidad de Garlín, y regresó con 30 cachorros que le costaron
9.000 euros. Hoy, sus perros causan furor y lleva vendidos más de cien
ejemplares. Quienes cazan ahora con estos perros comentan que se trata de canes
«con gran voz, resistentes, tenaces, trabajadores, sociables y, sobre todo, muy
serios porque los jóvenes cazan igual que los adultos». El estándar del grifón
azul se fijó en 1920, pero no saltaron a la fama hasta 1991, cuando una jauría
de los hermanos Gaychet ganaba la Copa de Francia de perros de rastro
trabajando en el desalojo de liebres y jabalíes.
El antecedente de este grifón es el gran azul
de Gascuña, perro traído a Europa por los fenicios que fue perfeccionándose
tras recibir sangre del bloodhound. De ladrar modulado, que indica a gran
distancia la situación de las piezas, está considerado por los entendidos como
«el más noble y más importante sabueso de entre todos los sabuesos de Francia y
del mundo».
Los primeros ejemplares llegaron a Llanes en
1963, una pareja adquirida por Alfonso Tamés y Luis Noriega para destinarlos,
primero, a la liebre y, más tarde, al jabalí. Pasados los años, Pepe Sobrino,
cazador de Posada, importó de Francia a 'Roll' y 'Sola', otra pareja que marcó
una época venatoria. Y en la actualidad maneja estos canes el parragués Javier
Peruyero, que para 2013 formó una cuadrilla muy efectiva, hasta el punto de
llevar abatidos nueve verracos en tres monterías.
El ribadedense Pepe Piney se encargó de traer
a Asturias una espectacular jauría de sabuesos italianos. Canes con mucha
historia, cuyas primeras selecciones se realizaron en la antigua Galia entre el
sabueso de carreras egipcio y el moloso romano. Piney trajo el sabueso italiano
de la variedad de pelo liso y comenta que se trata de «perros muy completos,
con buena nariz y excelentes patas para seguir todo el día. Es un perro que no
sabe hacer otra cosa que cazar».
Pero este año, Piney dio un giro espectacular
a su perrera y sorprendió con la incorporación de una jauría de canes del
encaste porcelana, el más antiguo de los sabuesos galos, desaparecido durante
la Revolución Francesa, y 'reconstruido' a partir de 1845 con la ayuda de
criadores suizos. El Porcelana toma su nombre de los reflejos brillantes de su
manto, que hacen que se asemeje a una estatuilla de porcelana. Su piel es
blanca con manchas anaranjadas redondeadas que nunca se extienden como manto.
La raza está registrada en 1880 y parece que por sus venas corre sangre de los
harrier ingleses, laufhounds suizos y el ya desaparecido montainboeuf.
De la mano del riosellano Lisandro Bode
González llegó el gascon saintongeois, una raza joven, fijada a principios del
siglo XX en el suroeste francés. El origen del perro está en cruces del grand
gascon con azules de Gascuña. Los resultados no fueron los esperados, pero se
hizo una selección con los ejemplares más pequeños con el fin de conseguir
canes más capacitados para la caza de la liebre. De ahí surgió el pequeño
gascon saintongeois, dotado de olfato ultrasensible y bellísimo galope. No es
de uso muy común, sobre todo fuera de Francia.
El regreso del bloodhound
Y en fechas recientes vuelve a hacer su
aparición en la región el bloodhound, el perro de San Huberto, el can con el
olfato más fino del planeta, del que se llegó a decir que es «un perro que
camina detrás de una nariz». Su presencia actual se debe al ribadedense
Maximino Piney, aunque en la década de los ochenta ya había llegado a Nueva de
Llanes, procedente de Estados Unidos, una pareja de estos canes con los que
Virgilio Granda Rivero 'Chilo' nunca logró descendencia. Pero de memorable
recuerdo es aquella perra que respondía al nombre de 'Alfa'. Estos dos canes
salieron en una caja del aeropuerto J. F. Kennedy de Nueva York y hubo que ir a
recogerlos a Ranón. No obstante, los primeros ejemplares venidos a la región
habían aterrizado desde México y fueron un obsequio para Ángel Ojeda, vecino de
la localidad llanisca de Vibaño.
El bloodhound es una raza que cuenta con más
de mil años de antigüedad. Fue creada por los monjes belgas del monasterio de
San Huberto. Los normandos, bajo las ordenes de Guillermo el Conquistador,
llevaron el perro a Inglaterra y los descendientes de la raza fueron bautizados
allí como bloodhound, en referencia a la pureza de su sangre. La raza pasó a
Estados Unidos y la primera utilidad de estos perros fue la de buscar esclavos
fugitivos. El reconocimiento olfativo del bloodhound fue considerado durante
años una prueba inequívoca, determinante e irrefutable por los jueces
martes, 16 de julio de 2013
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