lunes, 10 de octubre de 2011

LOS PERROS BUSCAN SU ESPACIO

NOTICIA DEL DIARIO EL COMERCIO 10/10/2011
 
 
 
La convivencia no es fácil. Lo sabe Julia Arboleya. El primer fin de semana de octubre decidió bajar con su perro a la playa. En concreto, a la zona de rocas situada en el entorno de San Pedro, frente a la rampa de la Antigua Pescadería. La acompañaban varias amigas más, con sus respectivas mascotas. «Íbamos con los perrinos atados, pero la gente empezó a atacar e insultar, y a nosotras sólo nos quedaba callar y aguantar». La llegada del buen tiempo hizo que esos días bañistas y dueños de animales tuvieran un choque de intereses. «Habrá gente que llevaba al perro suelto y otros no, y los hay que no recogen excrementos, porque siempre existen personas que no son responsables, pero es injusto que lo paguemos todos y que lo paguen los pobres perros, que sólo quieren disfrutar de la playa», se defiende Julia. Lamenta, por ejemplo, que las críticas de la gente «que me llamaba hijadeputa y todo» no se centren en otros problemas de la playa. «Donde la rampa, abajo, hay un olor horroroso a meados, y no son de animal, sino de personas».
Dos factores confluyeron para llevar la polémica al arenal. Las altas temperaturas del veranillo de San Miguel, en pleno otoño, y la falta de una información clara sobre las normas a seguir. Entonces la única indicación al respecto eran los paneles de algunas escaleras de la playa, indicando que la presencia de perros sólo se permitía fuera de la temporada de baños, que había finalizado el 30 de septiembre. Posteriormente, el Ayuntamiento recuperó en esta zona las señales de 'Perros No' que habían sido retiradas y recordaba que, como en años anteriores, la prohibición se mantendría hasta el 1 de noviembre. Tras esa fecha, los perros sólo podrán moverse entre las escaleras 1 y 8, que es donde la arena queda cubierta con la pleamar.
«La normativa está poco clara. Si en noviembre hace bueno, ¿lo volverán a prohibir?», se pregunta Nuria Llana. La dueña de Luca admite que en verano no se pueda bajar, pero cree que no se debería extender este impedimento más allá de septiembre. «Si nos comportamos todos bien, creo que se puede estar. Los perros están vacunados y limpios, no transmiten ninguna enfermedad, aunque lógicamente no los vas a meter entre las toallas». Nuria también se opone a pasear a su mascota por la arena presa de una correa. «Para eso no lo bajo».
Más de 16.000 censados
Entre quienes aprueban la prohibición del acceso de perros a la arena se encuentran bañistas como Manuel González, quien asevera: «No los quiero en ningún momento del año, porque la playa es para las personas». También María Alonso, que explica cómo el pasado fin de semana «cuando estaba tomando el sol pasaron a mi lado tres pitbull sueltos que me asustaron. Respeto que a la gente le gusten los perros, pero no voy a tolerar eso o que esté en el agua y haya un animal al lado tocándome las narices. Y si a sus dueños les dices algo se quejan».
A principios de año en Gijón había censados 16.159 perros, una cifra similar a la de vecinos residentes en Pumarín o El Natahoyo. Para regular su relación con los humanos, en marzo entró en vigor la nueva ordenanza sobre animales de compañía que, entre otras cosas, establece que los canes -con excepción de los que acompañan al ganado en la zona rural o los que participan en cacerías- sólo podrán estar sueltos en las zonas expresamente indicadas para ello. Con respecto a las playas, la normativa se refiere a la prohibición de circulación y estancia en la misma «fuera de los meses y lugares señalados por el Ayuntamiento», y la señalización actual prohíbe su presencia en El Arbeyal y Poniente, y la limita a las zonas y fechas ya indicadas en San Lorenzo. En lo que respecta a los lugares donde pueden pasear sin correa, se establecieron 43 espacios concretos, cuya señalización -con la excepción del parque de Severo Ochoa, en obras por la construcción de un aparcamiento- concluyó recientemente.
Estas zonas van desde grandes praderas como las reservadas a los animales en Los Pericones a pequeños parterres como el habilitado en el parque de la Fábrica de la Luz, e incluso el área con obstáculos abierta en Nuevo Roces. Sus límites suelen ser los propios de la zona verde elegida, aunque en casos como el cerro de Santa Catalina, donde sólo parte del césped está reservada a los perros, el área se delimita con varios indicadores enterrados en el suelo y que dejan ver en superficie grandes puntos naranjas. Ese es el llamativo color que permite distinguir desde lejos estas áreas.
Su señalización, también naranja, incluye un indicador con la leyenda 'Zona Recreativa' y el símbolo de un perro sin correa y un tablero que resume varias normas de la ordenanza, como la prohibición de soltar perros peligrosos, la necesidad de evitar molestias a terceros y la obligación de recoger los excrementos. El equipamiento se completa con contenedores específicos para los excrementos -que evita las molestias que causan si se arrojan en las papeleras normales- y una fuente donde el agua cae directamente a un receptáculo situado a ras de suelo, para que puedan beber los animales.
Pulgas en Begoña
Sin embargo, estas áreas no son un paraíso canino. Carlos López, quien en una ocasión ya fue multado con 300 euros por salirse de los límites permitidos, lamenta que son «pocas y pequeñas» y Agustina Mella, habitual de la zona habilitada en los jardines de Lázaro Cárdenas, en La Calzada, critica que «pusieron la fuente cuando las elecciones y aún no tiene agua». Hay también quien ve detrás «un afán recaudatorio» o critica que en espacios como el reservado en el paseo de Begoña «estamos muy cerca de la zona de juegos, y a veces los perros se llevan balonazos. Además, como están tan concentrados y hay dueños que no guardan la higiene necesaria, eso está devastado de pulgas».
Además, no parecen evitarse situaciones como la sufrida por la hija de Vanessa Mahiques, a la que mordió en un parque de Contrueces un perro «que por suerte era pequeño, pero es que sus dueños se confían más que si son grandes», o la que vio Rosa García en Los Pericones: «Una chica estaba tomando el sol en la toalla y cuando sacó un bocadillo vino hacia ella un perro enorme, que la obligó a levantarse hasta que vino la dueña». Para Nuria Rodríguez, dueña de un perro, la solución es clara: «Debe primar el sentido común».

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